Con
posterioridad y ya en el siglo XX en el
contexto de la denominada Teoría Clásica de la Administración Pública
(TCAP),las posiciones sobre el carácter científico recogen posiciones
encontradas desde el minimalismo al maximalismo. Así Guzmán SARAVIA (1966) afirma que la Administración goza de las características del conocimiento
científico; es un ciencia formal, es subordinada e instrumental, es una ciencia
del deber ser, es normativa, es una ciencia práctica, y como tal, el
conocimiento no es con metra finalidad especulativa, sino con el de encauzar o
dirigir la acción del hombre, y que esencialmente es para dirigir a otros hombres, tiene por tanto la finalidad
de la dirección social en general. A pesar de que el nombre ‘Administración’ no
sea el adecuado por su generalidad, sería más apropiado el de administración
humana o social.
El profesor M.
S. WADIA, manifiesta que se trata de una ciencia interdisciplinaria, si
bien considera que todavía el camino a recorrer es muy largo.
DE
VALLES indica que debe delimitarse entre aquellas ciencias técnicas que
suministran premisas para una determinada actividad administrativa, pero que no establecen ni
resuelven problemas administrativos. Para el autor determinadas interferencias
en el actuar administrativo no conducen nunca a calificar como administrativas
a las ciencias técnicas que proveen de datos para la solución de problemas
administrativos, posición que encaja en el enfoque de LANGROD sobre el hecho
administrativo puro toda da vez que también entronca con la perspectiva de
GIANNINI de que el aspecto técnico no es sino una perspectiva o subaspecto en
los estudios de Administración Pública
que no merece más rango que el de una disciplina aplicativa. No se pueden
calificarse de ciencias administrativas aquellas ciencias técnicas que suministran
presupuestos para resolver cuestiones administrativas, llevar a efecto
resoluciones administrativas, ni tampoco a aquellos sectores de estas ciencias
que tengan por objeto fenómenos naturales o sociales que afecten a la
Administración Pública.
G.CAIDEN
en Public Administration (1982) describiría el panorama con este tenor cargado de verdades(...)
Ninguna otra disciplina parece tener
tantos problemas en justificarse a sí misma ante sí y ante el mundo en general.
Es asaltada desde todas partes por quienes desean que no exista en absoluto y
creen que la humanidad mejoraría sin ella y por otros que reclaman que es parte
de alguna cosa diferente, de alguna otra disciplina, y que no tiene derecho a
existir intelectualmente como una identidad separada e independiente. Tiene que
desarrollar todavía un fundamento teórico sólido. Está plagada de vaguedad,
indefinición, confusión e imprecisión. Sus teóricos y sus practicantes apenas
se relacionan. (...)
En
latinoamerica por esos tiempos JIMENEZ
NIETO (Teoría General
de la Administración. La ciencia administrativa a la luz del análisis
sistémico, 1981) diría con ciertas semejanzas (…)
La Ciencia Administrativa espera su
alumbramiento. De las razones del retraso e intentos por acelerar el parto se
ocupa con alguna extensión eltexto; pero para enunciar las más apremiantes
consecuencias de tan prolongado embarazo es propicio el prólogo.
No hay otra línea
disciplinaria en el mundo de las ciencias sociales incluyendo las desventuras
de la sociología y la antropología cuyo erratismo de conceptos, métodos y fuentes se le compare.
Nada es por ello másaleatorio que fijar los objetivos y alcances de la
enseñanza regular y vocacional de la Administración. El pie seguro con que maestros
y alumnos entran al aula de cualquier otra rama del saber acuñado se vuelve
aquí trompicón, duda y sorpresa. ¿Cuál es, en verdad, el tema?
A la hora de
repartirse los cotos de caza de las ciencias sociales, la Ciencia de la
Administración empezó quedando fuera de la subasta y ha acabado por abrirse
paso, a codazos, entre los demás escopeteros, arriesgando la etiqueta de
cazador furtivo. Su legítima vocación cinegética le obliga a camuflarse como
miembro de las cuadrillas organizadas
pagando el alto precio del anonimato y la integración forzada. Sus épocas o latitudes más promisoras se la verá cazando en mano con
los juristas, los los economistas,
persiguiendo sus mismos objetos científicos y equipada de sus mismas dónde elmonte sea más ralo pasará al poco
brillante oficio de morralero (…)
¡Qué utopía!, dirá el
hombre avisado, el que tiene que correr contra el tiempo, el que busca en la
ciencia un racimo urgente de técnicas de trabajo. Durante toda la historia de
la humanidad se ha hecho administración empírica y ahora se pretende hacer de
ella la coronación de todas las ciencias sociales. Observación tan justa como
reflexionar sobre el arte de sacar muelas, que hace cien años era menester de
barberos, hace treinta requería dos cursos de educación superior tras la
secundaria y ahora es, al menos en algunos países, una especialidad médica que
sólo pueden ejercer los licenciados en medicina y cirugía. (...)
Para terminar
señalaría R. DAHL en Ciencia de la
Administración Pública: Tres problemas(1947) con mucho acierto (…) estamos muy lejos de una Ciencia de la
Administración Pública, ninguna es posible a no ser que;
1) El lugar
de los valores normativos ha de ser aclarado
2)
La naturaleza del ser humano en el área de
Administración Pública ha de ser
mejor comprendida y su conducta más predecible
3)
Son precisos los estudios comparados a fin de ce encontrar principios y
generalidades que trasciendan las fronteras (…)
GARRIDO FALLA ("La Administración Pública como objeto
de estudio de ciencias jurídicas y no jurídicas, en Revista
de Administración Pública, nº 23, 1957) afirmó la preferencia de hablar de Ciencias Administrativas en
lugar de Ciencia de la Administración desde el parecer de que éstas no son sino
las aplicaciones de otras ciencias al estudio de la Administración. La
expresión Ciencia de la Administración sólo debe emplearse en un sentido
figurado y para hacer referencia, a aquellos capítulos especiales de diferentes
ciencias en que se plantea la aplicación de las mismas a la Administración
pública. Estas ciencias suponen un estudio sistemático de las siguientes
cuestiones: Estudio de la Administración Pública como un complejo orgánico; el
estudio de las técnicas de que dispone la Administración para intervenir en la
vida social y, más concretamente, para prestar los servicios públicos, con
conocimiento de sus ventajas e inconvenientes; y el estudio de los fines que, en un determinado
momento histórico, la Administración persigue, o debe perseguir, y de las
razones que lo justifican.
G.
LANGROD (El pensamiento
administrativo no jurídico. Vicisitudes y renacimiento, 1964) diría que Puede hablarse de una Ciencia de la Administración y no de
Ciencias Administrativas, lo que supone más un problema de fondo que meramente
lingüístico. Puede constituirse como rama autónoma de las ciencias sociales y
desarrollarse librándose del grillete tradicional de las disciplinas clásicas,
cristalizadas por las tradiciones universitarias adquiriendo el prestigio de
una ciencia mayor y un standing académico
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