Por fin situándonos en el ahora al socaire del confinamiento por el estado de
alarma he podio constatar cierta sensación de vivir algunos escenarios del fenómeno/epifenómeno
'jaula de hierro' y sobre el que mantengo una hipótesis débil de que tiene que más con
la gestión de la situación que con la misma situación en sí, vista la gestión comparada .
Veamos ocho noticias/opiniones - cuyos autores
ocultamos intencionalmente pero dejamos referencia in fine - sobre hechos
creo que irrefutables e interpretaciones de expertos en
diversas ciencias sociales que invitan analizar el fenómeno del estado de
alarma y su gestión con rigor y su
posible epifenómeno de 'jaula de hierro'
1
(…)Nueva
Zelanda, Singapur, Islandia, Australia.... y, 90 posiciones después, España. El
país que peor ha gestionado la crisis del coronavirus del mundo. Así lo refleja
el ránking de un estudio independiente en el que se han tomado en cuenta los
datos oficiales de fallecidos, contagiados y recuperados, además del número de
test realizados y considerando las posibles desviaciones o imprecisiones de
esas informaciones oficiales(…)
2
(…)porque nos han hecho llegar tarde a casi todo
en una cadena de errores e impotencia
que han desembocado en la situación
actual. Los retrasos en tomar medidas
permitieron la expansión del 'virus. la carencia de test no provisionados a su debido tiempo
impidió acotar los casos que se iban
descubriendo y por tanto dio vía libre a
multitud de contagios. La falta de equi pos de protección, tampoco
provistos en su momento .. facilitó el contagio masivo de sanitarios a los que tampoco se hacía el test. con lo que además de ir cayendo se convirtieron en vectores del
contagio.
Nada menos
que la quinta parte de los infectados
son trabajadores de la sanidad. el mayor porcentaje del mundo. Las residencias se convírtieron en trampas mortales para los ancianos sin que un sistema sanitario desbordado las pudiese
rescatar. Los resultados de esta tormenta perfecta están ahí.
Por si fuera
poco,una calamitosa política de
comunicación, con mensajes
contradictorios sobre los test, las
mascarillas, las compras en el extranjero, las salidas de los niños y en general con la forma de dirigir la
pandemia, han destrozado la credibilidad
de las autoridades sanitarias en un tema en el que la colaboración ciudadana y
la confianza son fundamenta les para llegar a buen puerto.
¿Podrían
haber sido diferentes las cosas con una
dirección y unos expertos más adecuados?
¿Se podrían haber adelantado las decisiones con un mayor conocimiento de gestión sanitaria
por parte del ministro y un mejor
asesoramiento? Por desgracia la Historia no da marcha atrás, pero una mirada a países como Alemania.
Finlandia, Islandia. Nueva Zelanda, Carea, Taiwán ... (por cierto, casi todos
presididos por mujeres) o incluso otros
con una sanidad bastante más limitada que la nuestra como Grecia y Portugal,
pero con mucho mejores resultados, nos puede
dar bastantes pistas de que otra historia de la crisis era perfectamente posible. Juzguen
ustedes. (…)
(…)Lo más difícil de todo es elegir la peor
torpeza del Gobierno durante la gestión de la crisis. El catálogo es tan
extenso que la elección es ardua. Ya hay motivos suficientes para saber que
cuando se disipe la niebla de la confusión y podamos mirar con sosiego el
paisaje después de la batalla aparecerán a la vista destrozos tremendos.
Reacción tardía, problemas de pardillez en el abastecimiento de los equipos de
protección, falta de test, compras equivocadas de material defectuoso,
improvisación administrativa, gobernanza unilateral, ineptitud informativa… El
pliego de cargos es inagotable. Y sus consecuencias, demoledoras. España es el
segundo país del mundo con mayor ratio de muertos por 100.000 habitantes y el
primero en contagios entre el personal sanitario. No hay balance de gestión que
sobreviva a esas dos piedras de molino colgadas al cuello.
3
(…) El coronavirus nos ha dejado medio tontos,
somatizados, sin capacidad de respuesta, ni de crítica.
El miedo, la
desinformación, la acumulación de información, alguna limpia, otra manipulada,
otra falsa, nos ha dejado confundidos. Alguien de modo interesado está anulando
la capacidad de reflexión propia, nos creemos todo lo que nos cuenta el
Gobierno, los panfletos que vemos en páginas públicas que no siempre se ajustan
a la veracidad, las autoridades políticas nos quieren ver dormidos.
Al principio
todos los ciudadanos colaboramos con las autoridades sanitarias y públicas, con
la necesidad de seguir el confinamiento, de no salir a la calles, por nuestra
seguridad, nuestra mejor vacuna era el aislamiento social, y así cumplimos
todos, obedecimos 15 días, más otros 15 días, más otros 15 días.
Mientras
tanto, el equipo de expertos del Gobierno cada día nos va contando los muertos
en voz alta. Nos van mintiendo a la cara con los datos, que ahora se computa
así, que no habíamos contabilizado lo del fin de semana, que las Comunidades
Autónomas no siguen los mismos
parámetros...
… Pero
además el Gobierno no quiere que nos quejemos. Menudo lío mediático hemos
tenido esta semana con las fake news y la intención del gobierno de controlar
las críticas. El Gobierno quiere decidir
lo que tu debes leer, lo dice el último CIS preguntando y confundiendo. No he
visto antes mayor manipulación política de una institución pública. Todo ha
sido un desastre pero si lo criticas pasas a formar parte de la lista de los
“infectados”, te bloquearán en las redes sociales y te llamarán facha. Los
sectarios siempre actúan así. Pero en mi caso estoy tranquila, critiqué la ley
mordaza y ahora critico que nos quieran acallar detrás de una situación de
anormalidad.
Pero hay más
cosas raras que se contemplan en este estado de alarma que no está siendo tan
efectivo como en otros países pese al excesivo confinamiento y que nos traerá
unas desastrosas cifras en la economía.
Te indican a
través de páginas oficiales guías de conductas prohibidas que no se ajustan al
decreto de alarma. Te prohíben más acciones de las legalmente prohibidas.
Se cubren
con una orden ministerial acciones o conductas que deberían tener un formato
legal de mayor rango.
Se ampara
bajo el estado de alarma acciones o restricciones que son propias de un estado
de excepción que limita derechos pero a su vez dichos límites estarían más garantizados.
Se está
ejerciendo la arbitrariedad desde los poderes públicos. Se impide el derecho de
culto católico en las catedrales donde hay espacio de sobra para respetar
veinte veces la distancia de seguridad pero se permite en alguna ciudad de
Tarragona el culto musulmán.
Como si
fuéramos niños, nos van enseñando las golosinas poco a poco, no sea que nos
empachemos, y nos entregan la información que quieren al “son” de sus tiempos.
…Esconden
las responsabilidades políticas tras el parapente de los “expertos”. Se cobija
bajo la situación de anormalidad restricciones a la transparencia en un momento
que es más necesaria que nunca.
Se suspende
acciones y plazos pero no todos...depende de colectivos, si los afectados por
la norma son posibles votantes de izquierdas o si son sectores que ellos pueden
pensar que son “conservadores”.
…Muchas
cosas raras al amparo de nuestro miedo. Es como si nos hubieran anestesiado
pero después de mes y medio o seis semanas empezamos a ser menos comprensivos y
más astutos... empezamos a despertar. (…)
4
(…) Con el virus, el miedo se ha extendido.
Sabemos que ella es una pobre consejera y causa mil males. La historia nos
enseña eso; la ciencia política nos preserva de eso.
…Pero no
todos los estados miembros de la UE reaccionaron de la misma manera. Si casi
todos han favorecido la vana retirada nacional, en ausencia de un paraguas
europeo común, los caminos que han seguido difieren según el grado de confianza
en los gobernantes, la eficiencia del aparato estatal, el nivel de consenso
social y político.
Los países
de mala fe agregaron más transparencia, aumentando peligrosamente la ansiedad
de los ciudadanos, arrullados de noche a mañana por las estadísticas de muerte.
Además, lo dejaron en manos de los científicos, que seguían destrozándose para
describir cómo combatir un virus que no conocen. Finalmente, querían mostrar
que estaban actuando imponiendo medidas coercitivas severas, que los
parlamentos realmente no han deliberado, lo que se suma a la insatisfacción y
la preocupación por las libertades.
Los estados
miembros en los que las políticas públicas operan más armoniosamente han sido
al mismo tiempo más modestos, menos expresivos y mucho más efectivos. En estos
países, la acción de las autoridades públicas generalmente asocia, sin
prejuicios, lo público y lo privado que se apoyan mutuamente. Organiza una
competencia saludable, incluso en el sector de la salud. No le teme al debate
entre la autoridad central y los poderes descentralizados. Estos son regímenes
en los que el poder se divide deliberadamente, se comparte sistemáticamente
tanto a nivel nacional como a nivel local.
El resultado
es muy positivo en tiempos de crisis. Estas sociedades son más pacíficas, no
les gusta el conflicto y se esfuerzan por buscar siempre el consenso. Su relativa
paz social y política se convierte en un activo precioso.
Porque estas
cualidades y estos defectos no tienen nada que ver con las divisiones norte-sur
o este-oeste de Europa. Vienen de las instituciones de cada país, de sus
tradiciones, pero también de la modernidad de sus debates políticos. Esta
diversidad ha dado una vez más una mala imagen de Europa, decididamente poco
centrada en la unidad y la solidaridad.
Para hacer
frente a crisis de esta naturaleza, sería aconsejable que los europeos las
examinen dos veces. Estas diferencias nacionales han demostrado que nuestros
gobiernos ya no pueden resistir estos miedos solos y a largo plazo. Salir del
confinado desorden tendrá un precio que se sumará al de una crisis económica
causada por las reacciones nacionales al miedo. Miedo a los encargados de ser
criticados o incluso juzgados, miedo a que los ciudadanos se contaminen.
Algunos han
suspendido las libertades en proporciones con las que muchos regímenes
totalitarios soñarían, los parlamentos borrados, la capacidad de ir y venir
impedida, la vida social interrumpida, la actividad económica suspendida. Para
otros, más limitados por su historia, sus constituciones y sus leyes, la
presión del miedo no fue menor; los empujó a cerrar las fronteras y cultivar un
discurso cuasi nacionalista que saben que es contrario a sus intereses. Las
democracias europeas siempre han privilegiado y garantizado las libertades
individuales que forman parte de su identidad. Juntos, pueden tener una fuerza
más silenciosa y razonable, más capaces de contar en el gran juego de poderes
que luchan por la supremacía.
Actuar
juntos, a nivel europeo, en torno a instituciones comunes en fase directa con
los ciudadanos, los habría liberado más fácilmente del miedo, permitiéndoles
actuar probablemente de manera más efectiva, pero sobre todo con más medida.
Los ciudadanos podrían entonces haberse apropiado más de este espacio político,
cuya principal virtud debe seguir siendo la de no ceder nada de sus principios
a los miedos y las fantasías(…)
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