5
(…)
El carácter global de la enfermedad suscita el debate en torno a qué sistema
político está sabiendo responder más eficazmente al reto sanitario y, por
derivación, económico y social de la COVID-19, lo que puede traducirse en un
claro factor de legitimación tanto a nivel interno como a nivel externo en cada
sociedad.
El Estado, el artefacto político por
excelencia de la Modernidad, tan duramente criticado y menospreciado en las
últimas décadas, resurge como actor fundamental en un tiempo de inseguridad
creciente. Y en momentos tan delicados y fundamentales tanto los analistas de
todo tipo como los propios ciudadanos echan de menos a otro de los actores
esenciales de la vida política: los líderes.
No solo se los percibe como ausentes,
sino que los que supuestamente deberían actuar como tales lo hacen con
frecuencia como contraejemplo.
En un contexto crecientemente complejo,
multidisciplinar e interdependiente como en el que vivimos, la figura del líder
carismático en sentido weberiano resulta cada vez más improbable, al menos en
el marco democrático de una sociedad abierta.
El aumento de la complejidad y de la
interdependencia es precisamente la causa de que los modelos de gobierno hayan
sido sustituidos por los modelos de gobernanza: la respuesta a los problemas de
una comunidad política no pueden venir de la sola acción de los gobiernos o del
Estado (tanto si es unitario como compuesto, tanto si es autoritario como si es
democrático), sino de la acción coordinada de los distintos actores sociales,
económicos y políticos implicados.
….Una respuesta democráticamente eficaz a
la compleja y dramática situación provocada por el coronavirus pasa
necesariamente por acuerdos, consensos o pactos incompatibles con las
incomprensibles dinámicas de confrontación, descalificación y hasta insulto
personal tan presentes en estos días en el discurso público (político y
mediático) y en las redes sociales de nuestro país.
Necesitamos, tanto en los diferentes
gobiernos como en la oposición y en los partidos políticos, líderes
habilitantes o motivadores más que líderes ejecutores o ejecutivos; líderes
que, desde la prudencia y la discreción, sean capaces de cooperar y llegar a
acuerdos que sustenten decisiones necesarias para dar respuesta a los graves e
ignotos problemas a los que nos enfrentamos. Líderes ejemplares y empáticos que
no sucumban a la tentación del envanecimiento o de la excepcionalidad, que solo
puede conducir a un despotismo inaceptable (…).
6
(…) Desde hace varios años se aprecian
síntomas de deterioro de nuestra democracia que tiene varias causas: la crisis
económico financiera; la sucesión de elecciones generales debidas a las
dificultades para formar gobiernos; los gobiernos en funciones; las dificultades
para elaborar unos presupuestos generales del estado; y finalmente, la
declaración del estado de alarma.
… La
crisis económico financiera iniciada en España en 2008, además de las
consecuencias estrictamente económicas, trajo la masiva utilización de decretos
leyes por los Gobiernos tanto de Zapatero como de Rajoy, que suplantaron la
competencia legislativa del Parlamento, única institución que representa al
soberano, al pueblo español. Esta modalidad de suplantación ha continuado con
Sánchez antes y después de la declaración del estado de alarma muestra de la incapacidad de los partidos
políticos para alcanzar pactos para gobernar, que se ha convertido en una
enfermedad crónica en que todos son responsables.
… La declaración del estado de alarma ha
conseguido agudizar el deterioro de nuestro estado de derecho. El Gobierno
Sánchez durante semanas ha suspendido la actividad del Parlamento con la
inestimable colaboración de los grupos parlamentarios que lo respaldan. El
Gobierno Sánchez se ha convertido de hecho en un gobierno presidencialista que
ha ido mucho más allá de lo que se prevé en la Constitución y en la ley
orgánica de desarrollo del estado de alarma durante el que, de acuerdo con la
Constitución, permanecen íntegras las competencias del Parlamento que debe
seguir controlando al Gobierno con la finalidad de preservar nuestros derechos
y libertades.
7
(…) Desde la Asociación de Tropa y Marinería
Española (ATME) denuncian la “restricción de las libertades” a los militares y
el “peligroso precedente” que supone esta instrucción.
… De acuerdo
con las fuentes consultadas, la detección de militares que estarían tratando de
eludir las restricciones sentó muy mal en mandos de la Guardia Civil, ya que
los militares están también implicados en las tareas de vigilancia del
confinamiento, como las Fuerzas de Seguridad.(…)
8
Para terminar
ya tenemos una sentencia del juzgado de lo penal de A Coruña de
30.04.2020 que se ha pronunciado sobre el carácter dudoso del artículo 7
del decreto del estado de alarma, que establece la limitación de la libertad de
circulación de las personas. - la
libertad de un hombre que quería ir a una iglesia y a un supermercado
alejado de su casa - al afirmar que en
materia de limitación de derechos, y más cuando se trata de derechos
fundamentales, hay que considerar que lo que no está expresamente
prohibido está permitido".
Sentencia que también afectará a las múltiples sanciones administrativas
iniciadas, que ya suman más de 800.000, según el Ministerio del Interior, y
ante las que son previsibles numerosos recursos.
La aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana de 2015 (artículo 36.6) que establece como infracción
grave "la desobediencia o la resistencia a la autoridad o a sus
agentes", con multas de 601 a 30.000 euros, ha sido cuestionada
en un informe de la Abogacía general del
Estado, en el sentido de que "para
multar no basta con incumplir las restricciones a la movilidad recogidas en el
decreto de alarma, sino que además hay que desatender las órdenes de los
agentes de la ley Del informe se
concluye que no se puede multar a alguien por salir a la calle, incluso cuando
se entienda que con ello se incumple el confinamiento, sino sólo si se
desobedece al policía que le ordena que vuelva a su casa".
No hay comentarios:
Publicar un comentario