En suma la política no puede con el sistema
economico globalizado y el panegírico del retorno al mercado de los '80 ha
demostrado las fragilidades del sistema capitalista, sin que se atisbe un cambio de sistema, sino en todo
caso cambios en el sistema . Se ha comparado a la situación actual del capitalismo a la de los
últimos días orgiásticos del Imperio Romano. Las grietas del capitalismo
obligan a su reinvención Cada vez más economistas piden reformar el sistema
para que pueda resolver los problemas que él mismo ha generado.
El sociólogo alemán Wolfgang Streeck afirmó en marzo de
2019 (…)No digo que el capitalismo
vaya a explotar en pleno vuelo: digo que el sistema se ha metido en un limbo y
está en franca decadencia. La gobernabilidad del capitalismo democrático tal
como la conocimos en los años sesenta ha desaparecido. La hiperglobalización
neoliberal lo ha hecho inmanejable. El bipartidismo está zombi, la mezcla de
incertidumbre y miedo está haciendo mella en nuestras sociedades y la prueba es
la aparición de nuevos partidos que desafían abiertamente el mal llamado orden
liberal. Los Estados se han metido en formidables crisis fiscales, y la
combinación con niveles de desigualdad lacerantes y formidables endeudamientos
ha dejado sin herramientas a los Estados. A diferencia de lo que ocurre con los
accidentes aéreos, las crisis se han vuelto más frecuentes, no menos: quizá
porque el avión es demasiado peligroso. El malestar es general (…).
Para Gita Gopinath,
economista jefa del FMI en entrevista (…)La desigualdad es un problema
desde el punto de vista macroeconómico y desde el punto de vista social. Dentro
de un país, si el dinero se concentra en una parte de la población, provoca un
problema de falta de generación de demanda. La desigualdad creciente refleja
graves distorsiones de la economía. Vivimos en un sistema en el que las
empresas han aumentado su poder de mercado y no
pagan los impuestos que deben, y nada de eso es bueno para la economía
global. La gran preocupación es que quizá no tenemos el nivel de competencia
que debería haber, y ese es un problema económico.
…nadie diría que deben frenarse los desarrollos tecnológicos, es
difícil argumentar que debemos retroceder en la globalización. Eso no significa
que debamos ignorar a los perjudicados, pero esto debe abordarse a través de
políticas domésticas, a través de impuestos u oportunidades en formación
Fuimos complacientes sobre las consecuencias negativas de la
globalización. Ni siquiera en la teoría se supone que el comercio debe mejorar
la situación de cada persona. Beneficia a algunos, a otros no. Así que la forma
en la que favoreces a todos es a través de una redistribución, reciclando a la gente,
dando igualdad de oportunidades en salud, en
educación. (…)
El sociólogo y
economista Jeremy Rifkin en entrevista de estre mes de noviembre afirma que (…)Estamos ante la sexta extinción masiva,
este siglo perderemos el 50% de todas las formas de vida conocidas. El mundo
debe apostar masivamente por las energías renovables y gestionarlas con
herramientas digitales, lo que las hará más accesibles, eficientes y distribuidas.
Los edificios y las viviendas generarán su propia energía limpia, que los
ciudadanos intercambiarán a través de redes inteligentes de distribución. Para
llegar a ello hará falta una especie de plan Marshall o New Deal, un gran
programa de inversiones que estimulará de paso el empleo y que, en este caso,
vendrá apoyado por el propio sector privado.
¿Es posible
reinventar el mundo en una o dos décadas? Dice
Rifkin que (…) En mi país hicimos la revolución industrial entera en 30 años.
Se desarrolló una red ferroviaria, un sistema de telégrafos… Luego, a
principios del siglo XX, lo hicimos otra vez en la segunda revolución
industrial: se construyó una red de carreteras nacional, se electrificó el país
y se le conectó telefónicamente en poco más de dos décadas. Ahora necesitamos
hacerlo más rápido y es perfectamente factible.
…el capitalismo tal y como lo conocemos puede tener los días contados.
“El mercado óptimo es aquel en el que vendes al coste marginal porque colocas
productos y servicios baratos y los accionistas consiguen un retorno. El
problema es que nunca imaginamos que la revolución digital fuera a ser tan
eficiente. Millones de personas comparten música, conocimiento, software… Todo
eso es gratuito, solo necesitas conexión a internet. La economía del compartir
es el primer sistema económico propiamente dicho desde el nacimiento del
capitalismo en el siglo XVIII y del socialismo en el siglo XIX”, sentencia.
Estamos pasando de la propiedad al acceso, de los mercados a las redes, de los
vendedores y compradores a proveedores y usuarios, de productividad a
regeneración, de externalidades a circularidad, del PIB a indicadores de
calidad de vida (…)”
Descripciones
convergentes con soluciones felizmente diversas. Se critica cada vez más y por
más voces hemos pasado un tiempo barroco dominado por el gasto, los viajes, la
inequidad y la posesión y el dinero. Hubo un tiempo en el que “comprábamos cosas que no necesitamos, con
dinero que no tenías para enseñárselas a gente que no conocíamos”. El capitalismo
actual ha ido demasiado lejos y está roto y fracturado y sus astillas saltan
despedidas sobre millones de personas, las cuales ahora ya no beben del vaso
que se desborda como unos de los efectos propios del sistema, sobre todo en su
etapa industrial. En vez de prosperidad - hemos visto
supra algunos impactos de actualidad
-para todos también ha traído bajos salarios, más trabajadores en la
pobreza, crisis bancarias, la mayor desigualdad de la historia, populismo y las
cenizas de la emergencia climática y sobre todo está lacerando a las clases
medias, estrato social que opera como muestra para medir una prosperidad bien
repartida.
Los augurios de Fukuyama, de Thatcher-Reagan y teloneros o el realismo capitalista de Mark Fisher se han topado con un modelo que no termina de funcionar. Surgen directrices diversas
de reforma del sistema económico: capitalismo progresista (Joseph Stiglitz); socialismo
participativo (Thomas Piketty), democracia económica (Joe Guinan y Martin O’Neill)
o el Green New Deal (Alexandria Ocasio-Cortez), - programa para la
transición hacia una economía de cero emisiones, que generaría en España hasta un millón los puestos de trabajo
creados en los próximos diez años.
En septiembre de 2019
el Financial
Times despertó a sus lectores con un titular inaudito Capitalism. Time for a Reset o la revista Promarket, de la Escuela de Negocios de la Universidad
de Chicago que apuesta por el
capitalismo pero ‘civilizado’, para indicar que el caballo se ha desbocado, lo
que obliga a pesar a que es lo suyo ser un cimarrón o que estuvo domado en
tiempos de los treinta gloriosos (1945-19
No paran de sumarse argumentos para
el relato potente sobre la debilidad
sistémica y la necesidad acuciante para la sociedad y el propio capitalismo
de transformar la economía, pero
sabedores de la gran restricción que opera como variable muy dependiente cual
resulta de la baja calidad del sistema político
otrosí de un epifenómeno que resulta consecuencia del primero como
resulta de los pocos recursos disponibles.
La sociedad reclama una economía más
inclusiva, menos explotadora y menos destructiva con el planeta y sus
habitantes y sobre todo que empiece a compensar el gran fracaso del modelo: el
reparto de la riqueza.
Otras voces apuntan a
que no es que el capitalismo este es crisis sino todo lo contrario está en su
máximo esplendor, el máximo poder ejercido nunca, por encima de naciones,
religiones. Todo está sometido a él y alguno se resiste, sino se corrompe, se
elimina. El mercado ha triunfado , todo se compra y se vende. El resultado es
evidente para el relato del orden
natural: una crisis ecológica y una generación
o dos perdidas.
Una voz del
laborismo - que junto a la
socialdemocracia, la democracia cristiana o el modelo escandinavo - hicieron posible el capitalismo domesticado,
defiende algo que hasta paradójicamente se presenta como evidente y como lejano
a la par: “Una economía radicalmente más justa, más democrática y más
sostenible en la que la riqueza sea compartida por todos”.
Pero el caso es que
el capitalismo no va bien ni para las empresas según las perspectivas
económicas de la OCDE; (…) Los conflictos comerciales, la debilidad de
la inversión empresarial y la persistente incertidumbre política lastran la
economía mundial y aumentan el riesgo de estancamiento a largo plazo.Se prevé
que el crecimiento del PIB mundial se sitúe en el 2,9%-3,0% este año – su nivel
más bajo desde la crisis financiera – y se mantenga en el 3,0% en 2020 y 2021.
El PIB mundial creció un 3,5% en 2018.
Es necesario adoptar medidas enérgicas para abordar tanto los altos
niveles de incertidumbre a los que se enfrentan las empresas como los cambios
fundamentales que se están produciendo en la economía mundial. La adopción de
políticas debe liderar la transición hacia una energía más limpia y hacia un
mundo cada vez más digital. Los gobiernos deben trabajar de forma urgente y
coordinada para impulsar la inversión y establecer unas normas internacionales
equitativas en materia de fiscalidad y comercio.
Sería un error pensar que estos cambios son factores temporales que
pueden abordarse a través de la política monetaria o fiscal: se trata de
cuestiones estructurales. Sin coordinación en comercio y fiscalidad global, y
políticas claras para la transición energética, la incertidumbre seguirá
estando presente y perjudicando las perspectivas de crecimiento.
La desaceleración afecta tanto a las economías de mercado avanzadas como
a las emergentes, aunque su gravedad varía en función del peso del comercio en
los distintos países. En Estados Unidos, se prevé que el crecimiento disminuya
al 2% en 2020 y 2021. En la zona del euro y en Japón, se espera un crecimiento
de alrededor del 1%, mientras que la desaceleración de la expansión en China
situará su crecimiento en el 5,5% en 2021, frente al 6,6% del año pasado (...).
No hay comentarios:
Publicar un comentario