Edgar
Morin,uno de los mejores pensadores
termina de publicar La vía para el
futuro de la humanidad, y sostiene sin ambages que el dogma de que el
crecimiento económico es un imperativo necesita ser revisado. Lo que significa
un cambio de paradigma revolucionario del sistema económico universal. Su
propuesta sienta las bases para entender el nuevo milenio desde una perspectiva
inconformista, pluridimensional y en metamorfosis para hacer frente a la premonición de Fukuyama acerca del fin de la
historia.
Morin,
principal representante del pensamiento complejo actual, se ha referido a la idea del bucle reformador de la «Política de civilización» desvelando
la ambigüedad de las ideas de modernización y del desarrollo. Pueden citarse
algunas de sus categóricas afirmaciones al respecto como las siguientes: (…)el imperativo de modernización no debe
ser ciego, debe ser replanteado... El desarrollo ignora lo que no es ni
calculable ni medible, es decir, la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor,
y su único índice de satisfacción es el del crecimiento -de la producción, de
la productividad, de los ingresos monetarios...Concebido en términos únicamente
cuantitativos, ignora las calidades de la existencia, las calidades de la
solidaridad, la calidad ambiental, la calidad de vida, las riquezas humanas no
calculables y no comercializables; ignora el don, la magnanimidad, el honor, la
conciencia. Su avance barre los tesoros culturales y los conocimientos de las
civilizaciones arcaicas y tradicionales; el concepto ciego y grosero de
subdesarrollo destruye el arte de vivir y la sabiduría de culturas
milenarias... El desarrollo ignora que el crecimiento tecnológico y económico
produce también un subdesarrollo moral y psíquico(...)
Morin
se ha referido al «bucle reformador» con la idea de que las reformas no son
únicamente institucionales o sociológicas, son reformas mentales que necesitan
un pensamiento distinto, una revisión de los términos aparentemente evidentes
de la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo. La reforma del Estado,
la reforma del espíritu y la reforma de sociedad se necesitan mutuamente. La
reforma del espíritu requiere una reforma de la educación que depende, de la
reforma previa del pensamiento político. Existe pues, una relación circular
entre esas reformas que dependen unas de otras. La «política de civilización»
debería contribuir a la reforma de la vida, la cual debería contribuir a la
política de civilización. Reforma ética, reforma de la vida, reforma educativa,
reforma social y reforma del Estado son interdependientes y se nutren
mutuamente.
Morin
propone reformar la sociedad pero alejándose de una perspectiva revolucionaria
que supone cambiar radicalmente todo lo que conocemos para sustituirlo por algo
totalmente diferente. «La Vía» se basa en el concepto de metamorfosis, que
entraña conseguir un nuevo estado, conservando lo mejor que tengamos de nuestra
forma de vida actual y eliminando sus efectos nocivos. Todo este gran
movimiento de reformas acaba por confluir en una gran vía de reforma de la vida. Se ofrece «la Vía» como
método, como camino, compuesto a su vez de muchos caminos, que comienza con un
cambio en el pensamiento, el conocimiento y la educación, facilitando la
realización de un determinado tipo de políticas, «la política del hombre» y «la
política de la civilización». Ambas impulsarían reformas en la gobernanza, la
democracia, el consumo, la producción, el comercio, las finanzas, las formas de
hábitat, la medicina, los servicios públicos, las energías renovables, los
transportes, etc. Estas políticas puede dar lugar a una metamorfosis en nuestra
forma de vida actual, que se encuentra azotada por la desigualdad, la pobreza,
la degradación del medio ambiente y continuos riesgos de catástrofes a nivel
mundial.
La obra no es sólo un libro sobre metodología
de reformas sociales, es además una eudemonología, una propuesta sobre el arte del saber vivir, pues la reforma
de la vida es, en primer lugar, la conquista de un arte de vivir .
(Cfr. Morin.E., (2011).La Vía para el futuro de la humanidad
Barcelona, Paidós, 2011)
En
el marco del VIII Encuentro de la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas
del Mediterráneo (FACM) celebrado en
noviembre de 2019 ha afirmado que (…)Debemos
entender que hay una comunidad de destino, un destino humano bajo amenaza, una
amenaza que se cierne sobre todo el mundo, y ante la que los pueblos
mediterráneos deberíamos ser los primeros en actuar. Los sureños deberíamos ser
los primeros. ¿Por qué? Porque en el norte la gente ha desarrollado sobre todo
la cultura del cálculo, del provecho, del dominio sobre las cosas, el mundo
anónimo, un mundo devoto únicamente al negocio y a la posesión, mientras que el
sur, que está siendo invadido por esa concepción del norte, aún defiende los
grandes valores de libertad, la autonomía de la vida, la comunicación, la
extroversión y el diálogo. Recuerda que el diálogo nació en el Mediterráneo, el
diálogo de Sócrates y Platón. Somos la civilización del dialogo y es lo que
necesitamos por naturaleza (…).
No hay comentarios:
Publicar un comentario