Lindblom expresa en The
Policy-Making Process la tensión entre racionalidad y democracia,
entre la eficacia del gobierno y la participación y control de la ciudadanía,
tensión que acompaña a cualquier discusión
acerca de cómo se elaboran de hecho las políticas o cómo han de elaborarse normativamente. Para el autor,
entre el conflicto entre el análisis y la política en la confección de las
políticas hay que optar por la posibilidad de su complementariedad, y si no, optar por la política real y desde esta opción
reelaborar el sentido y alcance del análisis.
Así pues las interacciones (negociaciones, cooperaciones, intercambios)
como actitudes intencionales de solución de problemas colectivos puede
substituir al análisis, como políticas
pertinentes y eficaces. Para Lindblom son
una alternativa al análisis (modelo del ajuste partidario mutuo) pues
por sí mismas frecuentemente resuelven o aminoran los problemas, establecen o hacen las políticas, o logran soluciones en donde falla el análisis.
Para Dye (Policy Analysis,1983) el análisis de políticas puede incluir la investigación de las causas
o de las consecuencias de las políticas. En los estudios de las causas de las
políticas públicas, éstas son las variables dependientes y el analista busca
explicarlas con referencia a variables independientes -fuerzas sociales,
económicas, tecnológicas, políticas.
Según Landau (“El ámbito propio del análisis de políticas”,
American Journal of Political Science, 21-2) para
algunos la política es un asunto de valores -ideológico/normativos-, y para
otros una estrategia, diseño o programa,
y para otros abarcaba ambos. Dependiendo de la opción el análisis de políticas
es más científico en sus formas, que en la sustancia.
Landau
pone cierto orden a la cuestión y así
podemos hablar del grado de cientificidad, racionalidad - formal o material en
sentido weberiano – de cada decisión, pues en todo orden político y social
habrá una razón para actuar conforme a valores, necesidades, creencias,
compromisos, etc.
En suma el análisis de
políticas es hijo de su origen democrático y evolución académica de las
ciencias de políticas, y de su interacción con la matriz Ciencia política tiene
la insuficiencia que tiene, como ciencia social y sobre todo, porque en la
política empírica, - no obstantes honrosas excepciones - no hay más servicio a
la ciudadanía que poder sobre ella. Así que parece más acertado hablar de la realidad como proceso de políticas y no
como ciencia de políticas; la política es lo que es y no lo que debiera, no
obstante a posiciones normativas.
Hay que poner las cosas
en su sitio y llamarlas por su nombre para un ejercicio metaevaluativo sobre el
propio análisis y expectativas de la disciplina. En nuestro trabajo “Evolución
de modelos y enfoques para el análisis de la “acción pública”: del discurso a
una nueva dinámica normativa (GAPP,2014)”
ya dimos cuenta de la necesidad de reorientar el análisis de políticas,
en busca de nuevos y posibles enfoques científicos, ya que la teoría inductiva
corrobora que los métodos descriptivos
tiene mucho que ver con la realidad empírica que poco o nada se
compadece con los modelos normativos óptimos, enfoques sinópticos o semejantes.
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