Veamos ahora volviendo al inicio, cuatro enfoques distintos a la reciente de Ongaro de entender la Filosofía Administrativa
M. DIMOCK en “¿Qué es la Administración Pública?” en Public Managment, 5, 1933 y en “The
Study of Administration” en American Political Society Review, 31-1 de 1937, sostuvo que más que un arte o
ciencia la Administración Pública es una
filosofía. Es un patrón bien pensando y viable de supervivencia y de influencia
para los individuos e instituciones. La Administración Pública más que arte o
ciencia, es una filosofía que tiene como principio esencial servir al hombre.
Este libro tiene una tesis. Dicha tesis es que la administración es, más que
respuestas eruditas y técnicas bien escogidas, un conjunto de ardides. No es ni
siquiera una ciencia y jamás debiera convertirse en un método rígido e
invariable. Es más que un arte: es una filosofía.
La filosofía es una
combinación de creencias y de prácticas destinada a lograr una mejor ejecución
e integración de los actores participantes en los eventos administrativos. Una
filosofía de la administración es un patrón bien pensado y viable de
supervivencia y de influencia para los individuos y las instituciones. Es buena
norma y buena técnica, pero sobre todo, aspira a ser una verdadera integración;
una armonización de todo lo que es importante. Dimock sostiene que una
filosofía de la administración pública debe estar basada en los siguientes
principios:
l. Las instituciones
determinan en gran parte la clase de vida que la sociedad va a llevar y los
administradores, como clase, determinan en gran parte la calidad de las
instituciones;
2. Los administradores
deben ser individuos y no engranajes, porque el secreto del éxito es
individual.
3. La clave de la
administración es el conocimiento del desarrollo y de la decadencia, debido a
que la actual insistencia en formar categorías y dividirlo todo en pequeños y
ordenados compartimientos causa su propia derrota,
4. Como piedras
angulares se encuentran los factores de desarrollo, equilibrio, estrategia,
dirección y motivación.
Debido a que la
administración pública ocupa un vasto campo de actividades, la filosofía de la
administración se aproxima a una filosofía de la vida, la considera como una rama de las humanidades,
por lo que, según esta posición, debe estar ligada a materias como la
filosofía, la historia y el arte, y no únicamente a la ingeniería, las finanzas
públicas, la ciencia política, el derecho y la economía.
En
1996 la obra de C. HODGKINSON Filosofía administrativa: Valores y
motivaciones en la vida administrativa,
es un puente entre la literatura técnica de la teoría administrativa y
el discurso filosófico contempla una
axiología adecuada (la teoría del valor) para el ejercicio del liderazgo y
la toma de decisiones y formulación de
políticas. La reflexión acerca del bien
y del mal como un componente crítico del pensamiento administrativo no debe ser
negada por ninguna asepsia tecnocrática. Los temas centrales que se tratan en
la obra son pues los relacionados con la organización y la teoría
administrativa, las decisiones y la formulación de políticas, la jerarquía,
liderazgo, poder, valores, intereses.
Una lógica atención a las
patologías, las ideologías y los problemas de la praxis se enlaza con una
teoría del valor precisa proyectando una lógica proposicional general de la
administración.
Las políticas de Gestión Pública deben estar basadas sobre una argumentación administrativa, en la
que sus argumentos sean coherentes con una filosofía administrativa que
responda a valores determinados. En los últimos tiempos la praxis revela que se
ha estado muy lejos de ello, en el diseño y en las formulaciones de los cambios.
Los objetivos tácticos perseguidos
deberán responder a los fines y funciones predeterminados en el modelo.
La formulación Di = A (σ,θ,λ) expresa la idea de que las doctrinas (Di) están respaldadas por al menos un
conjunto de valores administrativos, el modelo de cualquier
Administración(A) responde en su diseño a la agrupación coherente de valores (σ,θ,λ) .
Por último y más elaborada y en todo al impacto de la denominada Nueva
Gestión Pública se ha recurrido a la
idea de ‘filosofía administrativa’ de la
reforma y/o modernización NGP para apostar por su agotamiento
y sobre todo sus argumentos y/o subargumentos de (cliente, calidad,
consumerismo, gestión empresarial…). Hood en El arte del estado: la cultura, la retórica y la gestión pública
de 1998, deja constancia de la
dificultad de implementar diferentes enfoques de la gestión pública, haciendo
uso de la teoría cultural para mostrar
por qué las ideas acerca de cómo administrar el gobierno son intrínsecamente
plurales y contradictorias. La denominada modernización encierra mucho de
retorica y en el arte del Estado no se puede jugar con elementos poco fiables
(a los que denomina ‘nursery toys’,’wrong
tools’ o ‘soft science’.
Las políticas
de Gestión Pública como cualesquiera otras deben responden a planteamientos
ideológicos, bien político-partisanos o bien de concepción administrativa.
Y a la vez responden, como epifenómenos
de los primeros a planteamientos técnico-científicos para
la gestión organizativa. Dicho en otras palabras las políticas deben
responder a eso que se ha denominado ‘argumentación administrativa’ como término que abarca los conceptos de
filosofía administrativa y argumento
administrativo.
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