miércoles, 28 de julio de 2021

El arte y la ciencia de la organización y administración de Albert Lepawski (3)

 Ya en la URSS Lenin , alumno de una escuela de Administración, propuso la administración científica de Taylor como modelo a seguir en proyecto comunista. Así en 1918 – antes de la NEP -  diría asombrosamente (…) La posibilidad del socialismo se verá determinada por nuestra capacidad de combinar la ley soviética y la organización de la dirección con las últimas medidas progresistas de del capitalismo. Debemos introducir en Rusia la enseñanza del nuevo  sistema Taylor y su adaptación a la experimentación  sistemática( …) 

Propuesta que también asumió en 1924  Stalin aunque  ya en el marco de la NEP en 1924 afirmaría   en "Los Fundamentos del Leninismo" 

(…)El Leninismo es una escuela donde el estudio de la teoría y práctica del leninismo produce un tipo especial de funcionario del Partido y del Estado, una clase especial de estilo en el trabajo' ¿Cuáles son las características de este estilo? ¿Cuáles son sus peculiaridades? Son dos: Celo  revolucionario inspirado por el espíritu ruso y espíritu práctico para los negocios, inspirado por el ejemplo  norteamericano. La combinación de estas dos características tanto en el trabajo del Partido como en lo que concierne al Estado, lo que constituye lo que nosotros llamamos "estilo" de nuestras actividades. El celo revolucionario es el antídoto contra la pereza, el rutinismo, el espíritu conservador, la apatía de pensamiento, adherencia de esclavo a las tradiciones y a las creencias de los ancestros. El celo revolucionario es una fuerza llena de vida que estimula el pensamiento, conduce a la acción, lanza las cosas inútiles al limbo del olvido, y abre los umbrales del futuro. Sin tal celo, no hay progreso posible. Pero esto tiene una limitación, tomando en cuenta que tiende a inflarse a si mismo con palabrería revolucionaria, mientras no esté  combinado con una cabeza equilibrada y una actividad llevada a la manera de los negocios, empapada del espíritu norteamericano. No faltan ejemplos de la degeneración a que nos referimos arriba. ¿Quién no tiene experiencia de la enfermedad fatal de "planeación revolucionaria" o de "proyectos revolucionarios" que se urden en la ciega creencia de que un decreto puede cambiarlo todo, o de que puede poner orden en el caos? Nadie ha ridiculizado esta creencia falsa en los decretos y planes con mayor efectividad que el mismo Lenin, Lenin tenía el hábito de contradecir la garrulería revolucionaria, imponiendo tareas comunes, diarias, enfatizando además el hecho de que la fantasía revolucionaria es opuesta por completo al espíritu y práctica del Leninismo. Podemos leer en The Great Initiative de Lenin: "Menos palabras rimbombantes, y más deberes diarios. . . menos charla política y más atención a los hechos 'simples Pero vivientes de la construcción del comunismo". El mejor antídoto contra la fantasía revolucionaria es el trabajo práctico imbuido del espíritu norteamericano. La seriedad en los negocios y el ambiente práctico, es una fuerza insaciable, que no reconoce obstáculos, que por un raro absurdo, lanza a un lado todo lo que impida el progreso, que invariablemente lleva a cabo las cosas que se ha propuesto (aunque sea ilícito) y sin la cual no es posible logra  ningún trabajo genuino de construcción. Pero el espíritu norteamericano, práctico y de negocios es muy fácil que se degenere en un comercialismo estrecho de criterios y sin principios, cuando no esté aliado con el celo revolucionario. Quien no ha tenido noticia de algunos casos en que ese comercialismo sin principios y de criterios estrechos, haya conducido a alguien que se diga bolchevique hacia caminos equivocados contra la causa revolucionaria? Nadie ha ridiculizado tanto esta enfermedad del comercialismo con mayor agudeza que el mismo Lenin. Lo estigmatiza como un practicionismo estrecho, y como un comercialismo sin sesos. Estaba acostumbrado a contrastarlo con el trabajo viviente de la revolución; haría hincapié en la necesidad de visión revolucionaria en todos los aspectos de nuestro trabajo diario; y pondría especial énfasis sobre el punto de que el comercialismo está tan opuesto al verdadero espíritu del leninismo, como lo está la fantasía revolucionaria. La combinación del celo revolucionario con el espíritu práctico, constituye la esencia del leninismo según se manifiesta en el trabajo público y del partido (…)

Hemos recogido la cita tal cual  porque no tiene desperdicio y es otra de las grandes disonancias teórico-practicas en la política y su a ejercicio de la administración. Stalin sin  ambages ni temores combina un ‘que’ ideológico con un ‘como’ presuntamente heterodoxo por contrarrevolucionario – eso en un ambiente de política internacional muy distinto al posterior, pues el mismo Stalin puertas adentro declararía que sin la ley de préstamo y arriendo americano de 1941 no habrían derrotado a Hitler.   

Lepwaski señala que la admiración soviética hacia las técnicas de dirección  norteamericanas, se combinaron  con una intensa devoción hacia la ideología soviética en todos los niveles, tanto en los hombres  comunes como en los líderes políticos del momento revolucionario, pues Molotov - también un brillante estudiante de asuntos directivos - puso esta idea en terminología soviética cuando defendió en 1934 una formación técnica, industria y proletaria. En 1935, de nuevo Stalin, consideró el adiestramiento de los funcionarios de  formación industrial y técnica corno uno de los proyectos más importantes del segundo plan soviético de cinco años. 


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