Desde del post ¿Podemos terminar con la
corrupción en la Administración?: El último dominó de este blog de 17 de julio de
2014 hasta hoy mismo, no paramos de leer noticias sobre la corrupción
pública. Las expectativas se han superado con mucho con la realidad. Allí
decíamos (…) En cualquiera de los casos,
los sistemas caóticos per sé, terminan autodestruyéndose por mor de las
entropías endógenas, por ello es de esperar que corrupción, como las mafias, el
crimen organizado, las sectas, suelen acabar comidas por sí
mismas por una suerte de teoría del domino, en las unos
arrastran a otros. ¿Quién será el próximo o el seis doble en
el último dominó? (…)
Como una suerte de apertura de la caja de
pandora, de sálvese quien pueda, además de la buena gestión policial y
judicial, parece resultar que eran muchos los que vivían al pairo de la
corrupción y que la bonanza económica de aquellos años estaba bien engrasada
con esta suerte de acicate de la economía, además de por sí ser una buena parte
de aquella economía.
En nuestra ejemplar cultura occidental Europa también nos despertamos con equivalentes noticias. Parece que en Ucrania, una de las fuentes de ingresos para los profesores universitarios son los pagos informales de los estudiantes. Un tribunal finlandés sentenció a un ex jefe policial antinarcóticos de Helsinki a diez años de prisión por operar una red de tráfico de drogas mientras ocupaba el cargo, en un inusual caso de corrupción entre servidores públicos del país. Asuntos recientísimos turbios también afectan a la ministra de reformas administrativas griegas, al primer ministro de Francia.
El martes pasado el Gobierno
rumano aprobó por vía de urgencia un decreto ley que despenaliza
los casos de corrupción si causan pérdidas al Estado por
debajo de 44.000 euros. La presión popular ha hecho posible su
derogación inmediata. Cada día parece más cierta la tesis de Gaetano Mosca en sus Elementos de Ciencia Política
de que en cualquier régimen político, las elites políticas y económicas
se adaptaran a cualquier nuevo sistema con tal de perpetuarse. Cuando vean
amenazas su existencia o estatus por una presión social irreprimible, cederán
la mínima parte de poder para hacer cesar la presión, y siempre con la intención
de recuperar la parte cedida. Incluso se mimetizarán en formas y estructuras
democráticas o revolucionarias con respecto al status quo de origen.
Es digno de aplauso que
la Audiencia provincial de
Valencia ha abierto la puerta a que personas condenadas por delitos de
corrupción ingresen en prisión cuando la
sentencia sea ratificada por órganos jurisdiccionales superiores aunque
se fijen penas iguales o inferiores a
los dos años de cárcel, según sea el tipo de delito cometido y la alarma social
que hayan generado estas investigaciones.
Además, la Fiscalía de Valencia también
solicitará la ejecución de sentencia, una vez sea firme, y que personas
condenadas por delitos económicos, sean públicos o privados, ingresen en un
centro penitenciario aunque la sentencia establezca una pena inferior a dos
años de cárcel. La única excepción se aplicará
en las conformidades, es decir, cuando un condenado acepte el
relato de las acusaciones y devuelva todo el dinero, puntualizaron fuentes del
ministerio público.
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