En
el I Congreso Nacional de Recursos
Humanos celebrado en Valencia haces una
semana y organizado por la Asociación
para el Progreso de la Dirección sea dicho que es falso el mito de que nuestros jóvenes - en paro o no -son
la 'generación mejor preparada de la historia'. Allí se dijo que es necesario que las universidades y centros
de formación profesional mejoren la cualificación y competencia de los nuevos
profesionales. "Nos encontramos con
pobres resultados en las pruebas de competencia para nuevos puestos de trabajo,
lo que indica que no estamos ante la generación mejor preparada de la historia"
(sic).
Un
79% de los directivos consultados cree que no existe correlación entre lo que
se enseña en las instituciones educativas y las necesidades de talento de las
empresas españolas. Por otra parte, la formación de los españoles tampoco
soporta la comparación con la que se imparte en los principales países
competidores. Lo que encuentran las empresas en la Universidad española está
lejos de lo que el sector necesita y al final acabamos contratando fuera, en
países de Europa del Este. Se ha llegado
afirmar que más vale un titulado
en FP japonés que un universitario español o que la comprensión lectora los adultos japoneses
titulados en Formación Profesional de grado medio o Bachillerato obtienen mejor
puntuación (289 puntos) que los titulados universitarios o de FP superior
españoles (287 puntos).
En
dicho encuentro se reveló que en una multinacional asentada en Valencia de los 2.120
candidatos que se presentaron a las pruebas para 640 puestos de trabajo con un
grado superior de Formación Profesional, sólo un 21% consiguió más de 5 puntos
sobre 10, es decir, sólo uno de cada cinco aprobó. Hubo que bajar el listón al 3 para poder contratar,
situación que fue descrita como escandalosa. Se reclamó que los centros formativos los que deben agilizar
sus programas y dar una rápida respuesta a los nuevos desarrollos y necesidades
de las empresas con una mejora de la cualificación y competencia de las nuevas
generaciones de profesionales.
Si
las cosas son así, esto es muy preocupante
porque el desempleo ya no es sólo coyuntural sino en mayor medida, estructural.
Ahora no es sólo un problema de las
empresas o de la Administración Pública,
sino también de las Universidades y demás centros de estudios.
Otra información reciente revela que en las últimas décadas las políticas públicas en el ámbito
universitario español han generado unos incentivos perversos que están acabando
con la reflexión y el pensamiento crítico en todos los niveles de la sociedad.
En el sistema universitario español no se valora ni se fomenta en absoluto que
el profesorado se interese por sus alumnos, yendo más allá de las exigencias
mínimas, imparta charlas, colabore con la sociedad civil, influya en sus entornos más cercanos. La información referida concluye en que el nuevo académico tiene por fin último hacer papers sin pausa, sin poso y
sin reflexión.
No
seré yo quien defienda tiempos académicos pretéritos – en los que buena parte de los profesores estaban más ocupados con la política de aquel
momento que preocupados por una universidad que se masificaba. Nada es perfecto, ni tan siquiera Noruega o
Finlandia, pero sin caer en papanatismos hay que reconocer el acierto y
consecuencias de las buenas políticas, casi siempre consecuencia de
buenos políticos que, deciden bien o se dejan asesorar bien.
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