Basada
en una novela de los ’50 de J. Heller y
llevada al cine, refleja el caso de un piloto de bombardero de las fuerzas
aéreas americanas, que desea ser excusado de realizar un vuelo del combate en
las operaciones de recuperación de Italia. Para ser excusado de tal deber,
tiene que someterse a una diagnosis médica oficial de su escuadrilla, demostrando que no sirve
porque está loco. Según reglamentos del ejército, ninguna persona cuerda
querría volar en misiones de combate, porque son peligrosas. Pidiendo el
permiso para no volar en misiones de combate, alegando locura, el bombardero
demuestra que él, de hecho, está cuerdo y por lo tanto está en condición para
volar.
De
acuerdo con esta lógica, todo piloto que quiera volar demuestra que no está en
sus cabales y debe ser relevado, pero para ello debe enviar una solicitud de
revisión. En el momento en que lo hace, la trampa se cierra sobre sí misma y el
aviador pasa a ser considerado como cuerdo, puesto que ningún loco presentaría
una queja.
Una
captura-22 es una situación paradójica en la que un individuo no puede o es
incapaz de evitar un problema debido a las limitaciones y reglas
contradictorias. Catch-22 suelen ser
consecuencia de las normas, reglamentos o procedimientos que una persona está
sujeta a, pero no tiene control sobre ellos.
Desde
esto nos preguntamos si nos encontramos en cuanto al sistema
político-administrativo en una situación equivalente.
La
Ciencia de la Administración no es ajena
a todo esto, nos encontramos ante la ausencia de una teoría unificada,
normativa e integral ‘Tout court’ . Situación que se explica por la
contingencia, diversidad, polifuncionalidad y eterofinalidad en lo público, y la
dosis tradicional en la
manipulación política de lo público
Ello
se hace más relevante en un momento de transición de paradigmas culturales,
sociales y políticos, frente a los que la NPM no ha sido más una respuesta
errática con soportes científicos
insuficientes y resultados paradójicos
Se
precisa un nuevo lenguaje que consensuadamente
reconceptualice o añada conceptos
nuevos para el ciudadano, el interés general, democracia administrativa,servicio,
objetividad,imparcialidad, …
Atender
la diferencia entre lo macro y lo micro en concordancia con la variedad,
diversidad y dispersidad de la actividad
pública conlleva también el redefinir los roles políticos y técnicos, superando
la válida, pero ya insuficiente,
perspectiva weberiana del político y el científico, de la ética de la
convicción vs. La de la responsabilidad.
Esas
son en parte, entre otras cuestiones el debate científico que suscitó la mencionada
propuesta de Bourgon sobe Gobierno responsable receptivo y respetado para una
nueva Teoría de la Administración Pública (5º conferencia Braibant del IIAAS). Pero
estas cuestiones no son nuevas ni están
resueltas a pesar de su reiteración en el tiempo. Las describió
Frederikcson en los ’70 en su
Nueva Administración Pública (NAP), ciertos paralelismos hay en las propuestas
de postburocracia de Barzelay, de neoburocraca de Heskscher, las críticas a las
agencias burocraticas de Przeworski o Niskanen, continuando con las valoraciones de Hoods y Jackson en el
marco de la Administración Pública progresiva anglosajona, cuyos dilemas son equivalentes
y equipotentes al modelo continental. El problema no es ya la burocracia en sí
misma sino para qué se utiliza la misma. Si la burocracia como sistema técnico
no genera confianza en la ciudadanía, como la dominación carismática o tradicional
lo ha hecho en sus contextos históricos y lo sigue haciendo en determinados
escenarios, es que hay algo que revisar en la raíz y no seguir el método rama o
de sucesiones comparativas.
Ir
a la raíz supone reflexionar sobre el dictum de weber sobre si “socialización creciente
significa hoy, inexorablemente, burocratización creciente. Si las reformas
administrativas o propuestas de políticas de Gestión Pública, no generan una
innovación cuantitativa o cualitativa en la confianza básica ciudadana, en la
procura existencial y en el valor público, nos quedamos en meras medidas
gatopardistas. Una nueva teoría o al menos paradigma debe pasar por esto si queremos superar los dilemas y paradojas de
siempre, pues la confianza del ciudadano
es la base del sistema.
Moscher y Cimmino en los ’60 ya apuntaban que en el estudio del fenómeno
administrativo debe prevalecer los principios políticos frente a los
administrativos pues el administrador debe intuir en cada momento con qué formulas se debe adecuar la
acción administrativa a la realidad cambiante, es decir lo que Hoods denomina
argumentación administrativa. La
Administración Pública es una parte (subsistema) de un proceso político en evolución en el que el sistema administrativo es bueno si se
adapta a la voluntad y necesidades de la ciudadanía (función política), para lo que necesita de mecanismos que sepan detectar
esa necesidades (Función técnica) . El fin social frente al individual es un punto de partida de todo estudio
administrativo toda vez que la misma organización administrativa constituye una
expresión de fines supraindividuales.
Analizar
si la Administración Pública como
subsistema del orden político puede aportar nutrientes para la
reconceptualización de un nuevo Estado social y democrático, ante el fracaso de
la NPM y el subsiguiente y consecuente fenómeno de deconstrucción
administrativa consecuencia de la crisis financiera de las Administraciones,
supone hablar hoy de la necesidad previa
de hablar de una teoría de la democracia
política y económica en el marco de una
nueva lógica del Estado Social Administrativo (ESD).
Las
teorías son buenas cuando permiten adaptarse y aplicarse a las contingencias
geográficas culturales y temporales, lo que no sucede en lo que nos ocupa y
aquí está la paradoja de la Administración Pública en su desiderátum científico
prescriptivo al depender de lo político
de lo económico y depender de sus reglas. Esta es la situación Catch-22
para la Administración: Poco o nada, más allá de suturas puede hacer el
subsistema administrativo, si el sistema político no controla al económico. El
mejor pensamiento económico, político, filosófico, y teológico coincidió en
esto para hacer posible el ESD.
Sin esta reflexión no se puede responder a las preguntas ¿Hay una Administración
Pública para todos los tiempos o debe
ser contingente y epifenómeno del orden político previo? ¿En qué medida
dependen de la ética pública las categorías de buen gobierno y buena
administración?
Meras medidas Gatopardistas a eso se resume hoy en día la política, el principe de hoy en día no conoce la honorabilidad de los antiguos, antes las pena a pagar por los errores era la muerte o el exilio por lo que un prinicipe no podía andar gatopardeando...ahora la pena a pagar es malversar la etica pública diciendo que estas ahí porque te han votado...El buen gobierno y la buena administración de las cosas públicas son un reflejo de la etica que existe en el orden política....
ResponderEliminarSiempre han existido los arca na dominationis.vg Clapmarius
EliminarDigo arcana
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