jueves, 6 de julio de 2023

“Lagrimas en la lluvia’’: Más sobre la normatividad en Gestión Pública (y 2)

 Los que seguimos trabajando para, por,  contra, de, desde,… en lo público sabemos que el problema de la gestión actual es la falta de talento actualizado sobre todo en lo atinente a la gestión del conocimiento, y más problemático es  incluso la  desconfianza en el valor público de la Res Publica, presente en todo el  arco político. El poco que existe tampoco resiste a veces  - por insensatos - los ataques ideológicos o personales  de los suyos y el desprecio natural de los  contrarios. Me viene al pensamiento dos ideas, la del ‘cirujano de hierro’ expresión  acuñada por Joaquín Costa, en su propuesta regeneracionista  tras la crisis del 98, para referirse a la figura encargada de curar los males de España. Son tiempos ahora de nuevo que exigen pasar de lo abstracto a lo concreto, de poner en práctica – ensayo/error -, las iniciativas de cambio y pasar del relato simbólico, ideológico, filosóficos o  y religiosos, a las obras. Porque ‘por sus obras los conoceréis’.

Y como no, recuerdo de la mano de Sosa Wagner, en su magnífica  obra  Maestros del Derecho Publico Alemán de 2005,  el Capitulo VII, titulado "Donde se narra cómo nació y cómo se extinguió la desapacible república de Weimar”,   pues lo que sucedió con la efímera república de Weimar, que debería ser un antídoto definitivo para los populismos. En Weimar los exploradores de fuste fueron  Weber,  Stresseman, Rathenau, Erbert,…  acompaños en el pensamiento por Schumpeter,Bernstein,Weber, Adenaduer o Keynes. Pero ganaron los Chamanes  como Hindemburg – el de la doble puñalada – o el nefasto  Hitler.  

Weimar fue escenario de “lágrimas en la lluvia’’  y lo que necesitamos hic et nunc son nuevos odres con nuevos vinos para encontrar, gestionar y retener el talento. Esto es casi un inconcebible en la dinámica política eso de ‘reconocer al otro’  es al decir  de Fukuyama lo mejor de la democracia liberal – no el capitalismo como se vendió extra fukuyama por las corporaciones armamentistas  y otros nefandos intereses que ahora degustamos hasta el hartazgo pantagruélico.

Necesitamos un gobierno que arrumbe disputas espurias y caducas y se centre, desde la verdad honesta, en una incesante búsqueda de valor público valenciano y joven. Valor cualitativo, alejado de  dinámicas de elefantiasis pública y si aprovecha para ello un talento ya conocido y probado, hay que felicitar la iniciativa como merecedora de buen gobierno, pro estar centrada en la gestión, en la actitud exploratoria y en una lectura fabiana del progreso que exige, sosiego, parsimonia y tesón

A mediados del Siglo XX, D. Waldo diría – al socaire de su idea de Estado Administrativo’ que el bienestar, la felicidad y hasta las vidas de todos nosotros se basan, en grado considerable, en el desempeño de los mecanismos administrativos que nos rodean y nos mantienen. La Administración puede ser considerada como el mayor invento y artificio por el que los hombres civilizados en sociedades complejas tratan de controlar su cultura, por el que intentan alcanzar simultáneamente –dentro de los límites de su ingenio y conocimiento- los fines de estabilidad y los fines de la trasformación (Waldo, 1953 y 1964).

Nuestro artífico - objeto de gestión continuada es en la praxis nuestro modelo de welfare europeo que disfrutamos aun increíblemente. Es deudor de ese fabianismo laborista que supo respetar los axiomas de gestion whitehall en el paradigma parlamentario de Westminster, al que añadió las piruetas de Bedveridge. Al correr del tiempo se fundió con el paradigma bisckmarckiano, al que siguieron la constitución liberal-social de Weimar y el socialismo democrático de Berstein.

Felizmente a este proyecto de unieron el neocorporativismo empresarial –sindical y la democracia cristiana de toda Europa con un resultado – por sus obras son conocidos de los treinta gloriosos en escenario de de guerra fría, que consumía recursos pero generaba buenos outputs. Este patrimonio – deudor de exploradores de todo pelaje - es el que se merece estudio  y  análisis para adaptarlo a un nuevo escenario gepolítico, y sobre todo, económico. Intelección a la que sugiero añadir  la de ese  ‘Francis Fukuyama’ genuino y posteriormente más genuino todavía que no es tan conocido como al que se le imputó lo del pensamiento único.  

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