Los que seguimos trabajando para, por, contra, de, desde,… en lo público sabemos que el problema de la gestión actual es la falta de talento actualizado sobre todo en lo atinente a la gestión del conocimiento, y más problemático es incluso la desconfianza en el valor público de la Res Publica, presente en todo el arco político. El poco que existe tampoco resiste a veces - por insensatos - los ataques ideológicos o personales de los suyos y el desprecio natural de los contrarios. Me viene al pensamiento dos ideas, la del ‘cirujano de hierro’ expresión acuñada por Joaquín Costa, en su propuesta regeneracionista tras la crisis del 98, para referirse a la figura encargada de curar los males de España. Son tiempos ahora de nuevo que exigen pasar de lo abstracto a lo concreto, de poner en práctica – ensayo/error -, las iniciativas de cambio y pasar del relato simbólico, ideológico, filosóficos o y religiosos, a las obras. Porque ‘por sus obras los conoceréis’.
Y como no, recuerdo de la mano de Sosa Wagner, en su magnífica obra Maestros del Derecho Publico Alemán de 2005, el Capitulo VII, titulado "Donde se narra cómo nació y cómo se extinguió la desapacible república de Weimar”, pues lo que sucedió con la efímera república de Weimar, que debería ser un antídoto definitivo para los populismos. En Weimar los exploradores de fuste fueron Weber, Stresseman, Rathenau, Erbert,… acompaños en el pensamiento por Schumpeter,Bernstein,Weber, Adenaduer o Keynes. Pero ganaron los Chamanes como Hindemburg – el de la doble puñalada – o el nefasto Hitler.
Weimar fue escenario de “lágrimas en la lluvia’’ y lo que necesitamos hic et nunc son nuevos odres con nuevos vinos para encontrar, gestionar y retener el talento. Esto es casi un inconcebible en la dinámica política eso de ‘reconocer al otro’ es al decir de Fukuyama lo mejor de la democracia liberal – no el capitalismo como se vendió extra fukuyama por las corporaciones armamentistas y otros nefandos intereses que ahora degustamos hasta el hartazgo pantagruélico.
Necesitamos
un gobierno que arrumbe disputas espurias y caducas y se centre, desde la verdad
honesta, en una incesante búsqueda de valor público valenciano y joven. Valor cualitativo,
alejado de dinámicas de elefantiasis pública
y si aprovecha para ello un talento ya conocido y probado, hay que felicitar la
iniciativa como merecedora de buen gobierno, pro estar centrada en la gestión,
en la actitud exploratoria y en una lectura fabiana del progreso que exige, sosiego, parsimonia
y tesón
A
mediados del Siglo XX, D. Waldo diría – al socaire de su idea de Estado
Administrativo’ que el bienestar, la felicidad y hasta las vidas de todos
nosotros se basan, en grado considerable, en el desempeño de los mecanismos
administrativos que nos rodean y nos mantienen. La Administración puede ser
considerada como el mayor invento y artificio por el que los hombres
civilizados en sociedades complejas tratan de controlar su cultura, por el que
intentan alcanzar simultáneamente –dentro de los límites de su ingenio y
conocimiento- los fines de estabilidad y los fines de la trasformación (Waldo,
1953 y 1964).
Nuestro
artífico - objeto de gestión continuada es en la praxis nuestro modelo de
welfare europeo que disfrutamos aun increíblemente. Es deudor de ese fabianismo
laborista que supo respetar los axiomas de gestion whitehall en el paradigma
parlamentario de Westminster, al que añadió las piruetas de Bedveridge. Al
correr del tiempo se fundió con el paradigma bisckmarckiano, al que siguieron
la constitución liberal-social de Weimar y el socialismo democrático de Berstein.
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