jueves, 6 de julio de 2023

“Lagrimas en la lluvia’’: Más sobre la normatividad en Gestión Pública (1)

 

En última entrada  “Sine ira et studio” (y4)  mencioné algo sobre normatividad para la Gestión Pública, haciéndome eco de  la política de  reconstrucción de postguerra con los gobiernos laboristas  que siguieron  los axiomas de Whitehall  que se describen por Morison  en la gran obra de Lepawski  sobre El arte de la Administración de 1961. 

 La dinámica de mantener los roles y actitudes ideales sobre el político y el funcionario al modo weberiano, permitieron cambios de gobierno ingleses al modo  Westminster sin relevo de funcionarios. El gradualismo del socialismo (fabianismo)  en Inglaterra desde 1945 no necesité de purgas entre los directivos ni tan siquiera de reajustes de índole menor. Como los políticos no tenían el teckné directivo el gobierno fue lo suficientemente realista – y sensato por responsable -  de  preferir mantener a los  ejecutivos en las  empresas nacionalizadas, a tener que nombrar a ineptos.

Estos  se ha hecho mucho más de lo que se conoce en la historia político-administrativa incluso con cambios cruentos y no sólo por las artimañanas del gatopardismo o los cambiacamisas y aprovechados de  siempre (en la politología tenemos a Gaetano Mosca y su teoría de las élites, en el cine al camarada Komarowski  de Dr. Zhivago,  y hasta en nuestra praxis nacional al Presidente Gallardón al mantener a los altos cargos del gobierno anterior de la CM) .

Esto viene a cuenta de la rabiosa noticia en nuestra CV de que “El PP sondea a miembros del Consell para seguir en el cargo y provoca estupor en las filas socialistas”.  De estupor es  el comentario al respecto de que (…)Los cobardes del PP siempre igual, no cambian, si hubiese sido al revés los socialistas cortan la cabeza a todo quisque, desde el más bajo al más alto, sin contemplaciones y sin miedo. Dejar ahí gente de otro gobierno nunca puede ser bueno, lo van a torpedear todo (…).

 La iniciativa es más que sensata por los medios y los fines (racionalidad intrumental weberiana propia de la gestión vs. racionalidad material propia de la política ideológica). Asi que tenemos el fin de  garantizar las grandes inversiones empresariales que podrían fructificar en los próximos meses de una parte, y de otra, que los perfiles de  los candidatos de la oferta son merecedores de ello, mas todavía cuando no hay mucho donde escoger, y además, se oye hablar bien de al menos, tres de los cuatro ungidos. Encajan con la  tipología ‘explorador’  que refleja Victor Lapuente en El retorno del Chamán, que se dice que cabalga de nuevo – especialmente al socaire del populismo, y muy amigo de la  verborrea gratuita, de inventarse problemas inexistentes o de encontrar soluciones inadecuadas,ineficaces,ridículas o cartesianas. Estos ineptos para la gestión en las que se busca una solución adecuada, factible, oportuna y además razonable, sólo  pueden estar en el mercadillo  de alegrías para el sufrido populacho. Es decir,  ocuparse de las famosas politicas simbólicas de no hacer nada  administrativo o gatopardistas.  Lo suyo es el discurso, el relato ideológico que todo lo disculpa y justifica, el símbolo, los valores abstractos, los ritos, la costumbre, las retrotopías. De  servicio  y acciones  para rescatar personas concretas de problemas reales, nada o muy poco, más allá  de las  familias o amigos del colegio o de copas.

El explorador trabaja y se le recuerda. El Chaman cobra, aparenta y se lleva la gloria que dura muy poco (días a veces) y han convivido desde siempre. El gran historiador de la Administración Pública E.N. Gladden afirmó, que el  funcionario se cuenta primitivamente entre los primeros profesionales y entre estos quien  practicaba la religión, el ‘shaman’, fue el primer especialista. Su profesión, y no la prostitución, es la más antigua, con evidencias ya el  pleistoceno tardío.  Como enseñan Gladden y  Hauser el mago-artista, parece haber sido el primer representante de la especialización y la división de labores.  Surgió de la masa indiferenciada, al lado del mago ordinario y el médico, como el primer profesional y es, en tanto poseedor de cualidades especiales, el precursor de la clase sacerdotal. 


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