Nuestro muchas veces invocado Von Stein cultivó la Sociología de manera preliminar y como también hiciera Bonnin aplicó sus categorías
al estudio de la Administración Pública. La administración de la vida social
constituye un magno universo en el cual incide la actividad del Estado, pues
trata de la policía social, la política social, la policía de la medicina, la
asistencia pública, la administración del trabajo y el sistema de
capitalización social. En el prólogo del libro La Teoría de la Administración,
una frase resume dicha concepción: la constitución no debe considerarse como un
mero ordenamiento político abstracto, sino como resultado de la “organización
económica y social, que cuando se modela sobre la división de bienes materiales,
hunde su historia en las posiciones recíprocas de las clases dominantes y las
clases trabajadoras”.
La sociedad ha sido dividida por las clases sociales, que buscan controlar el Estado en función de
sus propios intereses, impuestos a través de una revolución. La solución, en su
opinión, no es otra revolución – se refieren su contexto a las revoluciones ’cruentas’
de 1848 por toda Europa y que vivió en
París en febrero de dicho año -, que solo implicaría la imposición de los
intereses de una clase sobre por sobre
los de la sociedad en su conjunto, sino un Estado que estuviera por encima de los intereses de todas las
clases o sectores sociales. Ese estado se personificaría en una "Monarquía
Social" - que en su tiempo correspondería a Federico Guillermo IV de
Prusia (1840-1861) - y que actuaría en el interés común, introduciendo
las reformas necesarias para evitar desorden y confrontación social.
Estas ideas dieron origen a la propuesta del Estado
Social, como un
instrumento de reforma a fin de mejorar la calidad de la vida de las clases
"bajas", evitando así, en sus palabras, "el proceso de las
clases que buscan ascender socialmente"
Stein aprovechando la buena
imagen de las monarquías europeas en la tradición clásica de la filosofía
política del mundo cristiano-germánico, quería para el monarca el rol de árbitro institucional que represente al
Estado, situándose por encima de los intereses de la sociedad. Von Stein –
influenciado otra vez por Hegel – considera positivamente a la monarquía por su
carácter histórico de integración y dinamización. (…)La monarquía occidental no ha funcionado como popa sino, como proa en
la gran navegación del mundo europeo (…) llega a decir en un momento en que
esta institución se siente más atacada que nunca. Así frente a las pretensiones
revolucionarias y antimonárquicas del entorno europeo, sitúa a la monarquía en
el centro de una consideración actualísima y racional de las cuestiones
políticas.
Diría que si la sociedad es el orden de la dependencia, el Estado es el
orden de la libertad. El Estado –representado por un estatus de intangibilidad
en su representante el monarca – debe estar por encima de todo interés social.
El hombre que represente la idea del Estado debe poseer una posición tan
poderosa, rica, esplendida e intangible que todos los intereses sociales
desaparezcan a su lado. Hay que colocarle tan alto que, al menos para él, las
cosa humanas no aparezcan en su valor individual, sino en el general. El único
interés del monarca es ser, el Estado mismo.
(…) Este principio del Estado es el de la
libertad ,principio por el cual todo miembro de la sociedad debe alcanzar el
grado más elevado de desenvolvimiento personal. El principio de la sociedad,
por el contrario, es el principio del sometimiento, según el cual, el individuo
particular deviene dependiente de sí y de su propiedad … La monarquía ha de
actuar con plena autonomía contra la clase dominante y en pro del levantamiento de la clase inferior,
hasta entonces social y políticamente sometida, utilizando en este sentido el
supremo poder del Estado, confiado a ella. No existe en la tierra más elevada y
divina misión, ni misión más difícil de llevar a cabo, pero tampoco existe
ninguna que sean tan rica y segura en interna prosperidad y ventajas
exteriores. La monarquía obrando así, no sólo, ganará para sí en general, con de
la misma todo su futuro, la prosperidad del Estado, el amor y la confianza del pueblo
con la existencia de la monarquía. La monarquía así identificará en seguida el trono
con la idea de libertad, dándole así la más segura protección que pueda imaginarse.
Libertad que no gozará solo la clase más elevada sino también la más baja.
Respondiendo en su pueblo a su destino verdaderamente divino, la monarquía llevara
así una doble corona (...)
Esta monarquía
ideal llevara una doble corona, la de procurar el reino de la libertad tanto
para la clase alta y como para la clase
baja. Toda monarquía que no tenga el
valor de convertirse en monarquía de la reforma social será una sombra
vana, caerá en el despotismo o sucumbirá a la república. La alternativa para la monarquía es la
reforma social o la revolución.
(Vid. in extenso VON STEIN,Lorenz (1850), Historia de los Movimientos Sociales
Franceses desde 1789 hasta el presente, pp. 198 y ss.)
La historia es conocida, Von Stein no tuvo éxito inmediato en sus
propuestas, no obstante la influencia científica de su pensamiento en notables
pensadores posteriores, toda vez que la monarquía alemana caería
definitivamente con la república de
Weimar, si bien esta ya recogería algunos de los postulados del Estado
social, aunque no explícitamente. También es sabido que el Estado Social tiene sus antecedentes en la monarquía prusiana del
despotismo ilustrado, a partir de Federico Guillermo II el Grande de Prusia y
su "landrecht" de 1794 al establecer
que el "Estado sería considerado el
protector natural de las clases pobres". Los hitos más notorios fueron
en la época bismarckiana (Wohlfahrtsstaat),
al establecer las primeras políticas sociales mediante un sistema de seguros obligatorios de enfermedad en
1883, otros de accidentes laborales en
1884 y el de enfermedad, jubilación y defunción en 1889 y que por las fechas en tiempos de los últimos Fürst
prusianos Guillermo I, Federico III y Guillermo II. Esta intervención del
Estado liberal no sólo fue una estrategia frente a las ideas socialdemócratas
sino una propia evolución en la concepción originaria del liberalismo, al
entender que era deber social frenar la miseria y grandes desigualdades. La
continuidad sería con el New Deal y
el Beveridge
Rapport.
(Vid. DAWSON,
W.H. Bismarck
and State Socialism. An exposition of
the Social and Economic Legislation of Germany Since 1870, London, 1890.)
Menos conocidas son las expresiones
más antiguas tuvieron lugar en la China del siglo XI en China bajo la
dinastía Song. El Primer Ministro Wang
Anshi, consideraba responsabilidad del Estado proveer a los ciudadanos de los
servicios esenciales para un nivel de vida decente. Bajo su dirección, el
Estado inició una serie de préstamos agrícolas y nombró comisiones a fin de
regular salarios y planificar pensiones y jubilaciones para los ancianos y
enfermos. Esas reformas fueron conocidas como Xin Fa o "Leyes
Nuevas".
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