Recordemos que anteriores
entradas dimos cuenta de que Edgar Morin, principal representante del
pensamiento complejo actual, se ha referido a
la idea del bucle reformador en reciente obra «Política de civilización» desvelando la
ambigüedad de las ideas de modernización y del desarrollo. Pueden citarse
algunas de sus categóricas afirmaciones al respecto como las siguientes: “el imperativo de modernización no debe ser
ciego, debe ser replanteado... El desarrollo ignora lo que no es ni calculable
ni medible, es decir, la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, y su único
índice de satisfacción es el del crecimiento -de la producción, de la
productividad, de los ingresos monetarios...Concebido en términos únicamente
cuantitativos, ignora las calidades de la existencia, las calidades de la
solidaridad, la calidad ambiental, la calidad de vida, las riquezas humanas no
calculables y no comercializables; ignora el don, la magnanimidad, el honor, la
conciencia. Su avance barre los tesoros culturales y los conocimientos de las
civilizaciones arcaicas y tradicionales; el concepto ciego y grosero de
subdesarrollo destruye el arte de vivir y la sabiduría de culturas
milenarias... El desarrollo ignora que el crecimiento tecnológico y económico
produce también un subdesarrollo moral y psíquico...”.
Morin se ha referido al
«bucle reformador» con la idea de que las reformas no son únicamente
institucionales o sociológicas, son reformas mentales que necesitan un
pensamiento distinto, una revisión de los términos aparentemente evidentes de
la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo. La reforma del Estado, la
reforma del espíritu y la reforma de sociedad se necesitan mutuamente. La reforma
del espíritu requiere una reforma de la educación que depende, de la reforma
previa del pensamiento político. Existe pues, una relación circular entre esas
reformas que dependen unas de otras. La «política de civilización» debería
contribuir a la reforma de la vida, la cual debería contribuir a la política de
civilización. Reforma ética, reforma de la vida, reforma educativa, reforma
social y reforma del Estado son interdependientes y se nutren mutuamente.
De estrecha conexión con la afirmación reciente del Secretario
de Estado de Educación de Finlandia «La educación es la llave para el
desarrollo de un país», país que dedica sobre el 12% de los presupuestos
del estado y los ayuntamientos a financiar el modelo.
Aun queda por hacer, volver a refefinir políticas a largo plazo, políticas de raíz, sinópticas, normativas y comprensivas, no validas en periodos decadentes.
Ahora toca decir ¡¡¡ Es la ineptitud, estúpido ¡¡¡
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