Ya es conocido el
pensamiento de ilustres valencianos como Luis Vives, de Fadrique Furió así como
la influencia que estos tuvieron en su
día en el arte de gobernar o en la filosofía/ética política, de fuste equivalente al que tuvieron Tomas Moro o
Erasmo de Rotterdam. Menos conocido es otro valenciano de nombre Pedro Belluga
Tous que representa también la
extraordinaria calidad del pensamiento de los pioneros renacentistas. El suyo
es inequívoca muestra de la evolución
del pensamiento teocentrista hacia el
espíritu racionalista del Renacimiento: todo lo que sucede es obra de Dios,
pero la humanidad puede gobernarse y progresar desarrollando su capacidad científica,
jurídica y organizativa.
Belluga, repite
muchas veces que el buen gobierno debe conseguir que sus súbditos sean ricos,
así podrán pagar muchos impuestos sin empobrecerse. Se observa que en el siglo
XV el valor del buen gobierno va perdiendo su connotación meramente moral en
aras al valor de su eficacia como instrumento de progreso material de la
sociedad en su conjunto, superando el paradigma estamental o de castas,
supuestamente elegidas por la divinidad. Puede observarse aquí un mutación de
la concepción eudemónica de la politeia, que ira reflejándose en la
evolución de la primera policía a
aquella postrera del despotismo ilustrado y en su última mutación (Von Mohl,
Von Stein) en la Ciencia Administrativa moderna, que culminaría (Forsthoff) en
este acervo político administrativo que se denominaría finalmente Welfare
State, no sin antes pasar por los estadios de la Administración-Estado social
(entre nosotros Adolfo González de Posada).
Vemos aquí en el pensar de Belluga, que no es tan
original aquella sentencia de James Carville (politólogo y jefe
de campaña de Bill Clinton en 1992) ,de …Es
la economía estúpidos…. como representativo
de que no es la ideología ni la democracia la que pone gobiernos, sino la
economía. Ya se sabía que la economía y
la política no han estado separadas nunca, como menos aún en los orígenes de
las ciencias sociales en los que ya los
grandes pensadores hablaban de ambas cosas (por todos, Adam
Smith), al menos entendida la economía como la ciencia del intecambio
(catalaxia) y de la escasez. La Ciencia Cameral y la Ciencia de Policía tenían a la Hacienda Pública y sus kameratte
muy presentes en las decisiones.
Valga este excurso
histórico para situar la figura pionera de Belluga Tous, el cual
fue jurista ‘utrusque iuris’ por Bolonia y al servicio como abogado de los
reyes de Aragón, Alfonso V y Juan II. En ello escribió ‘Speculum Principum’ (espejo de príncipes,) entre 1437 y 1441,
dedicado a Alfonso el Magnánimo. La obra tuvo una amplia difusión en toda Europa en los siglos
XVI y XVII, abordando cuestiones que hoy se ubicarían en las áreas de ciencia
política, de teoría del derecho, de derecho
procesal y comparado, de derecho
positivo valenciano de la época. Siendo desconocida
la fecha de la obra de Álamos de Barrientos, catalogada de las primeras (Norte de
príncipes, virreyes, presidentes, consejeros y gobernadores y advertimientos
políticos sobre lo público, y particular de una monarquía) , la obra de
Belluga es posiblemente la primera y en
todo caso, anterior a la que suele
destacarse como la primera, esto es la
de Martin de Anglería (Directorio de Príncipes para
el buen Gobierno de España, 1492).
Se anticipó pues –
dirigida a Alfonso el Magnánimo - a las
más conocidas de; Educación del Príncipe Cristiano de Erasmo de Rotterdam dirigida expresamente a Carlos V en 1516; a la Fadrique Furió de Concejo y Concejeros del Príncipe
de 1559, dedicada
a Felipe II en 1559; a la
de
Bartolome Felippe, Tratado del Consejo y Consejeros del
Príncipe de 1584 y al Best Seller de Castillo de Bodadilla, Política
para Corregidores y Señores de Vasallos, en tiempo de paz, y de guerra, de 1595.
¡¡¡Si un reino padece adversidades ¡¡¡ , dice
Belluga, del mismo modo que existe un medicamento para remediar cualquier enfermedad,
existen medidas de gobierno para remediar cualquier problema de un país. Las
adversidades llegan por la gracia de Dios, pero Dios ha previsto el remedio de
la ciencia médica para las enfermedades, y el remedio del arte de gobernar para
las adversidades de los pueblos.
Alfonso el
Magnánimo representa el
buen gobernante para el autor, a quien califica de “Educado por el
sapientísimo Graciano, has templado tu justicia con la misericordia. ¡Oh César,
Alfonso dignísimo!, con tus virtudes te has esforzado en diversos frentes a
favor de la tranquilidad, la justicia y la paz para que tus subordinados vivan
sin inquietud: y aunque la mayoría de cosas se hayan decidido en tus leyes de
forma óptima, a pesar de todo, la naturaleza se apresura diariamente a arrojar
nuevas soluciones e incluso quedan algunas dudas antiguas que han quedado por
resolver y sobre ellas vamos a exponer nuestra humilde teoría: para meditación
tuya y para servicio tuyo he asumido la tarea de esta compilación en donde
figuran la mayor parte de temas sobre los cuales cotidianamente se sostienen
debates en tus reinos y tierras. Y si en algún puinto alguna queja disminuye en
tu imperio – acepta mi conjetura – es porque tus subordinados perciben el
máximo apogeo, porque se conservan libres de juicios y tu imperio y tu fisco
abundará valiéndose de subordinados ricos.
De las 119 páginas que contiene la obra original , destacamos algo que es fundamental a la gestión
política de siempre, pues como el resto de autores precitados, considera de
primer orden que el Princeps se rodee de buenos consejeros y los oiga antes de
actuar
Diría pues; (...) La
primera regla es que los que tienen criterio sobre algún tema pueden actuar y
establecer normas que afectan principalmente a aquello sobre lo cual ellos
tienen criterio. (...) Asimismo, ya que vemos que el príncipe tiende a la
reparación del bien común también cuando dicta leyes, hace esto cuando tiene en
cuenta el consejo de los próceres y no cuando lo pasa por alto. (...) Ahora
bien, no digo que el príncipe está necesariamente obligado a seguir los deseos de su concejo
porque tanto el príncipe como el concejo son sólo humanos (...). Pero el
príncipe es más que su concejo porque de acuerdo con la curia que ya ha
celebrado, asume también las opiniones de consultores y consejeros y con razón
conviene que el príncipe se atenga a sus
consejos. Y en aquello que sea el criterio del príncipe, puesto que se dan en
un príncipe la humanidad, la congruencia y las demás cualidades que se
acostumbran a encontrar en un príncipe, es lícito que se pida el príncipe que
siga el consejo de tantos para la gloria de su imperio (...).
Si ya hubieron casos de mala gestión en los cargos del
Mestre racional valenciano,-Administrador financiero real, instituido en
Valencia por el rey Alfonso El Magnànimo en 1419 - no
fue por la falta de referentes teóricos sobre la buena
gestión.
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