viernes, 4 de enero de 2019

¿Progreso o receso social? (y 2): El prestigio de la lejanía.

El prestigio de la lejanía. Ilusión, autoengaño y utopía (Verbum 2014)  en 1998  Premio Internacional de Ensayo Juan Gil-Albert - es uno de los  volúmenes del tratado Seudología del ex profesor de filosofía del CEU Miguel Catalán

La tesis psicológica de Catalán es en parte conocida: el consuelo de la imaginación es necesario para soportar la realidad; el autoengaño, necesario para soportarnos a nosotros mismos. Y sobre la obra se ha recensionado por Luis Veres  que  (…) supone una interesante reflexión acerca de la ilusión y el autoengaño que se presentan en la especie humana como una de sus intrínsecas características. El hombre ante su propia conciencia tiende a caer en la falsedad que fabrica su mismo pensamiento. Desde un planteamiento freudiano y deudor de  Lippman, Catalán sitúa el problema del hombre a la hora de encarar la realidad desde esa postura irrebatible del autoengaño del sujeto hacia el otro. Surge, de este modo, la idealización del pasado, la anticipación de los sucesos futuros, desde lo que se desea a lo que se teme, o yendo más allá, la creación de utopías, de lugares fascinantes en donde la frustración del sujeto resulta inexistente y en donde el pensamiento del hombre ha llenado las oquedades del vacío de la existencia aproximándose en un espacio de perfección en donde las contradicciones desaparecen como consecuencia de esa ilusoria óptica del hombre (...)

En El prestigio de la lejanía, nos encontramos con (…) esa necesidad de mentiras, de imaginarios, en los que el hombre requiere sumergirse para sobrevivir en medio del dolor que implica la vida. La sujeción del hombre a los mitos también se incluye en esta dependencia de la confección del tiempo pretérito como una respuesta a esa idealización que requiere el hombre para subsistir: América, el buen salvaje y el mito del habitante originario del Nuevo Mundo, cuestiones que se fabrican en el S.XVI con Bartolomé de las Casas y que perdura hasta la actualidad con puntales intermedios en Russeau, Voltaire o los poetas románticos del S. XIX, entroncan en esta perspectiva de creación de utopías que no apuntan a otro lado que a la necesidad del engaño del hombre ante su propia realidad y la necesidad de superarla. (…)

Para Miguel Catalán resulta que siendo el optimismo un engaño en sí mismo, es algo positivo para la colectividad. Si los pesimistas son más conscientes de sus posibilidades, y por ello no se arriesgan ni se aventuran en empresas poco atrayentes, el  optimismo de algunos es saludable  para la sociedad, como elemento estimulante, narcótico o potenciador de esperanzas y de nuevos adeptos a las empresas colectivas, y sobre todo, en épocas objetivamente inciertas.  Pensemos aquí los esfuerzo argumentativos de los gobiernos por hacer creer que la cosa va bien, el alza del Ibex, de las cotizaciones, del empleo, la construcción, …

Lejanía es que los españoles tiene mayor confianza en la Unión Europea que en cualquiera de los niveles político-administrativos de España. Y sobre optimismo vs pesimismo puede verse un buen referente en un estudio del Profesor Xavier  Ballart de 2010;

(…)Si observamos lo que afirma el entorno social sobre la Administración Pública española comprobamos que la mitad de la población opina que su funcionamiento es peor que en los últimos cinco años (AEVAL, 2015). Datos de opinión pública sobre confianza en las instituciones políticas, revelan  la desconfianza hacia los políticos, en un buen número de países de la OCDE, mientras parece haber mejorado la confianza en los funcionarios públicos. No está claro que los esfuerzos en mejoras objetivas de la gestión pública se traduzcan en mejoras de los resultados objetivos en los distintos ámbitos sectoriales y que todo ello repercuta en la confianza de los ciudadanos en su Gobierno y Administración.  Muchas veces esa  confianza es debida a  la evolución del entorno  o por el impacto de otros factores en la  ciudadanía, en particular cuando tienen su expresión en los medios de comunicación (…).

España va bien, fue un conocido eslogan de momentos liberales domésticos” y produjo sus efectos ya conocidos y  ahora parece  que se retoma en otros lugares. Esto en sí es positivo, como sería muy positivo que los españoles tuvieran mejor criterio acerca de las cosas que se hacen bien en su país. Aquí la, politología y la sociología tiene una labor crucial para efectuar un diagnostico equilibrado como marco teórico y empírico para efectuar buenos análisis de prospectiva sobre los frutos por recoger que aún le quedan al trinomio democracia-burocracia-capitalismo regulado como estructura y la funcionalidad que se espera de los gobiernos y la ciudadanía.

Cfr.

Ballart,X., “Una presa difícil de atrapar: el rendimiento de gobiernos y administraciones públicas” Revista Española de Ciencia Política, 22,  2010.


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